lunes, 26 de enero de 2015

Los obstáculos que superamos…

El motorismo de aventura es fascinante. El destino es simplemente el pretexto para lanzarse a recorrer caminos desconocidos llenos de paisajes, gente linda y obstáculos que terminan siendo la parte más anecdótica del viaje.

Atravesar ríos cristalinos, caminitos poco transitados llenos de piedras sueltas hacen que el recorrido sea divertidísimo; cruzar viejisimos puentes que están a punto de caer o puentes de hamaca que te hacen sentir vértigo solo de verlos son solo algunos de los obstáculos que se encuentran.

Foto cortesía de Andrés Bolaños

Aventurarte solo o con un par de amigotes por estos parajes es por mucho lo mejor. Pero ir con un grupo grande de motos es toda una aventura que puede fácilmente convertirse en una pesadilla. Lo que a un grupo pequeño le puede tomar cruzar un río difícil, proporcionalmente se duplica y ha veces hasta se triplica en tiempo y en percances. Con el tiempo nos hemos dado cuenta que esto es normal y nos acostumbramos a los pánicos momentáneos del grupo.

Pánico grupal momentáneo: dícese del síndrome que grupos grandes de motoristas de aventura sufren cuando la cosa se empieza a poner difícil; estado de trance iniciado por el o los pilotos principiantes y contagiado al resto del grupo de manera geométrica, eso si, solo por el tiempo que dure el atravesar el obstáculo. los expertos son inmunes a esto y los avanzados se comportan como principiantes.

Nada como una buena subida de húmedo barro rojo con par de zanjas de agua, condimentada con un poco de musgo para sacar la casta de los pilotos. Los expertos se lucen controlando sus motos para lograr tracción sin perder el equilibrio haciendo hazaña de destreza y al mismo tiempo los pilotos más inexpertos empiezan a sentir la boca amarga del miedo que se convierte hasta en pánico. 

Aquí es cuando la labor del guía  experimentado es fundamental. En ese momento se convierte en el psicólogo del grupo y tendrá que aplicar toda su experiencia para tranquilizar al grupo y lograr superar ese obstáculo sin mayores percances. Sin perder el temple, uno tiene que ser capaz de incentivar e instruir a ese piloto principiante a que se anime a confiar en sus reflejos y su moto, que sea capaz de concentrarse, aplicar técnicas recién aprendidas, olvidarse del pánico de no lograr superar ese obstáculo que en ese momento parece imposible de superar y disfrutar lo que está a punto de lograr.

Todos fuimos principiantes alguna vez y les juro que cada vez que me veo en una situación difícil, en mi caso particular, Bajadas trompudas, me viene a la mente el Sensei “Don Víctor, El Cachetes, Alvarez” diciéndome, “Subite de nuevo a la moto José, que aunque te caigas de nuevo vas a lograr avanzar otro poco…”

Anécdotas de vivencias en obstáculos, ¡muchísimas!,  pero lo importante aquí es que si no quieren ayudar a levantar motos, no convenzan amigos a hacer cosas de las que no son capaces. No sean solo orgullosos protagonistas experimentados. Expliquen y ejemplifiquen las técnicas necesarias para hacer un motorismo sano y seguro. 

Ante todo SIEMPRE recuerden que si van guiando a un grupo, uno va tan rápido como el más lento.

viernes, 2 de enero de 2015

Empacando para un viaje…




Cuando nos preparamos para un viaje en moto, no el Antiguazo de siempre, sino una travesía de aventura, vivís momentos de estrés divertidos que estoy seguro todos en algún momento o de alguna forma han vivido.

Es cada vez mas difícil Encontrar un lugar lo suficientemente interesante que cumpla con los requisitos para ir a buscarlo, localizado en algún recóndito lugar que normalmente será de difícil acceso y con varios y variados problemas logísticos que enfrentar, te sale el macho que llevas dentro y te propones vivir tal aventura. El siguiente paso es trazar la ruta después de mucha investigación con tus fuentes fidedignas (mapas, Google, Wikipedia, tus amigotes experimentados,  chóferes de buses extra-urbanos, etc.) para lograr una lista de los obstáculos y tipos de caminos que puedes enfrentar. Ruta trazada, descansos, puntos de interés descritos y todo subido al GPS, Es justo ahí cuando empieza la aventura.

Teniendo ya en mente un torbellino de ideas de lo que te puedes encontrar en el camino empieza la dura tarea de empacar. ¿Qué llevar? Normalmente empiezas pensando en tu cuidado personal y luego vas agregando las herramientas que necesitaras para cada obstáculo de la aventura. Entonces salen a luz tus ínfulas de productor de cine con álter ego de reportero de National Geographic y hay que decidir entre todo el equipo de video y foto que llevaras para documentar la aventura.

Como buenos chapines, la empacada de la maleta empieza a las 10pm de la noche anterior a la salida. Poniendo todo en la mesa del comedor o la cama para hacer un último chequeo, chequeo mental por supuesto porque mancho que se respeta se recuerda de todo y no escribe una lista.  Al fin tienes todo lo que tu lógica dicta llevar, haces la comparación mental del volumen de equipaje y capacidad de tus maletas, te das cuenta que llevas demasiado… Es en este punto, pasada la media noche, con angustia de que no dormirás suficiente para el largo recorrido propuesto, con un poco de hambre y sueño, ya un poco nervioso porque tendrás que discriminar en que llevar, despiertan todos esos sentimientos de inseguridad agravados cuando la mujer que vive contigo (madre, esposa, novia o amante) se acerca enojada porque la vas a dejar sola y empieza a opinar en lo que deberías llevar.

Tomas valor y empiezas a hacer que lo que escogiste llevar quepa en las maletas armando y desarmando no sé cuantas veces buscando el orden perfecto entre eficiencia y balance. Escoges el equipo que llevaras puesto y caes rendido a dormir las pocas horas que quedan para arrancar el viaje.


“Las leyes de Murphy están basadas en la máxima “Si algo puede salir mal, Saldrá mal”. Justo cuando te de frío en la montaña que se te ocurrió remontar, te darás cuenta que el suéter fue una de las cosas que tu macho interior prefirió dejar…”

José del Busto R.
Guatemala.