Francamente no sé cómo lo perdí porque cada vez que me subo a una moto me encanta. Lo que sí es cierto es que hace mucho tiempo que no me dan ganas de madrugar un finde para ir a descubrir algún caminito que me rete.
Sufriendo esto, he estado pensando que hacer para volverme a entusiasmar con la experiencia del motociclismo y decidí hacer un viaje solo, sin mucho rumbo sino más bien llegar a donde las fuerzas me den, reconociendo los lugares que más me han gustado de mi guate.
Así que aquí me tienen, en Santa Maria Nebaj, Quiche; recordando viajes y buenos amigos. Viajes que de alguna forma se convirtieron en anécdotas legendarias contadas mil y una vez.
Hay huellas de ese mi motorista empedernido debajo de todo el equipo de seguridad... que por cierto, antes no usaba.
Hoy se me asomó tres veces: una cuando frené algo pasadito y oí los tacos de los caites nuevos de mi fiel compañera crujir en el asfalto haciendo happy tailing.
La otra fue cuando me aburrí de esquivar piedras y decidí desconectar el control de tracción y navegar de cresta en cresta entre un mar de piedras y polvo calidad talco a una velocidad que me hizo sonreír.
La última vez que lo sentí fue cuando saliendo de noseque Jocopilas se me acabó el asfalto, si es que se le puede llamar así, a 90 Km/h caímos en ripio de unos 15cm. de ondo y suelto... el combi de instrumentos de mi blanquita parecía árbol de navidad, con todas las luces encendidas... la que más fuerte brillaba era la de inminente trancazo!
Que rico llegar a un pintoresco pueblecito donde la gente saluda en la calle, donde a las 6pm todos están en el parque en la esquina del peladero viendo pasar gente, donde la comida es simple, deliciosa y a precio justo.
Mañana será otro día. ¡Espero volver a ver a mi motorista perdido!
Sufriendo esto, he estado pensando que hacer para volverme a entusiasmar con la experiencia del motociclismo y decidí hacer un viaje solo, sin mucho rumbo sino más bien llegar a donde las fuerzas me den, reconociendo los lugares que más me han gustado de mi guate.
Así que aquí me tienen, en Santa Maria Nebaj, Quiche; recordando viajes y buenos amigos. Viajes que de alguna forma se convirtieron en anécdotas legendarias contadas mil y una vez.
Hay huellas de ese mi motorista empedernido debajo de todo el equipo de seguridad... que por cierto, antes no usaba.
Hoy se me asomó tres veces: una cuando frené algo pasadito y oí los tacos de los caites nuevos de mi fiel compañera crujir en el asfalto haciendo happy tailing.
La otra fue cuando me aburrí de esquivar piedras y decidí desconectar el control de tracción y navegar de cresta en cresta entre un mar de piedras y polvo calidad talco a una velocidad que me hizo sonreír.
La última vez que lo sentí fue cuando saliendo de noseque Jocopilas se me acabó el asfalto, si es que se le puede llamar así, a 90 Km/h caímos en ripio de unos 15cm. de ondo y suelto... el combi de instrumentos de mi blanquita parecía árbol de navidad, con todas las luces encendidas... la que más fuerte brillaba era la de inminente trancazo!
Que rico llegar a un pintoresco pueblecito donde la gente saluda en la calle, donde a las 6pm todos están en el parque en la esquina del peladero viendo pasar gente, donde la comida es simple, deliciosa y a precio justo.
Mañana será otro día. ¡Espero volver a ver a mi motorista perdido!
Me gusta como escribes
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